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CulturaYucef Merhi ve el lenguaje digital como un espectador de cineEl artista se adueñó de la página web del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber para cambiar las bases del Salón Pirelli y crear simultáneamente una colectiva de arte digital. En octubre expondrá en el New Museum y en el espacio Remote de Nueva YorkEDGAR ALFONZO-SIERRA
En diciembre de 2000, el artista Yucef Merhi inició una acción contemporánea rayana en lo terrorista. Se introdujo en los nervios que componían la página web del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, los manipuló y se adueñó del sitio. Allí instalado, Merhi cambió las bases del V Salón Pirelli de Jóvenes Artistas y estableció una convocatoria para una colectiva de otra naturaleza: el I Salón Pirelli Digital, que según indica, recibió en cantidad un tercio de las propuestas totales del salón original. Este artista venezolano en cuya propuesta se diluye una estética y una preocupación lingüísticas manejadas desde la realidad tecnológica es uno de cinco artistas seleccionados por el New Museum de Nueva York para la muestra de arte digital Cin-o-matic. Memory and cinematic perception que será inaugurada el 19 de octubre, bajo la curaduría de Ann Ellegood (colega del célebre curador Dan Cameron en este museo) y Michele Thursz, investigadora centrada en la promoción y estudio del net-art y de los vínculos entre arte y tecnología. Así mismo, Merhi participará en el Salón Arturo Michelena del Ateneo de Valencia y mostrará una individual en el espacio Remote, ubicado en el Soho neoyorquino, un edificio aún en construcción que este joven inaugurará con una toma tecnológica cuya artillería serán 60 monitores, 3 pantallas plasmas interactivas, 30 cámaras digitales y una muchedumbre de computadores. La muestra Cin-o-matic en la que participará, analiza y explora las experiencias “cinemáticas” (propias del lenguaje cinematográfico y de su percepción y lectura) a través del uso de objetos de la Internet y participan en ella los artistas John Cabral, Willie Lemaitre, Joseph Nechdatal y Erick Rosenzveig, quienes han sido parte, con trabajos vinculados al arte digital, de exhibiciones en el Whitney Museum y el Museo de Arte Moderno, ambos de Nueva York. net@ari (pronúnciese netatari) es el nombre de la obra que Merhi mostrará aquí. Consta de un atari programado por el propio artista, con un sistema de secuencias visuales que será exhibido a través de un monitor plasma. Las imágenes de esta película se dividen en tres informaciones que se ofrecen en forma simultánea. La primera división muestra todo el curso de las instrucciones simbólicas que componen el programa introducido por el artista en el artefacto electrónico. La segunda división expone el guión de las variables de posición y de acciones que se derivan de tales instrucciones que serán ejecutadas por los personajes de la película, que son dos rectángulos. La tercera sección corresponde a la película como tal, protagonizada por las figuras geométricas señaladas, las que interactuarán y conversarán a través de notas musicales según una mezcla de pautas preestablecidas y el azar. “La experiencia cinemática que propongo –señala Merhi– está concebida en función del lenguaje. Aquí la uso para extender y generar una conexión entre la obra y el espectador, entre la máquina y el ser humano. Todo se reduce a relaciones lingüísticas y semánticas. Esta es una de las conclusiones que podrían derivarse de este trabajo. Usé el lenguaje Basic de programación, ya utilizado por mí no sólo para crear programas que interactúen entre espectador y máquina, sino también para programar o crear poemas. Uno de esos poemas lo presenté en el primer libro que edité, Poliverso andróctono”. La obra net@ari de Yucef Merhi, “refiere a lo que somos como cuerpos, que mientras pensamos, no estamos conscientes del proceso mismo del pensamiento. También tengo otras referencias propias a las que aludo. Una es El reloj poético, una máquina que en vez de dar la hora, ofrecía poemas. Convertía el tiempo en poesía. Ofrecía 86.400 poemas que coinciden con la cantidad de segundos que contiene un día”. —¿Qué intención tuvo su intervención a la página web del Maccsi? —Incluso recibí una carta de Sofía Imber para que devolviera el dominio de la página www.maccsi.org de la que me adueñé de modo tal que ni el mismo museo pudo recuperarla. —¿No lo colocó a usted en peligro? —Todo fue legal. —¿En qué se sustenta esa legalidad? —En la incompetencia del museo. Lamentablemente, en Venezuela, el sector cultural y más específicamente los museos, no se han tomado en serio la práctica y uso de nuevos medios en las artes. La atención prestada a ello es tan poca que son escasas las instituciones con páginas web propias. “Antes de introducir el Salón Pirelli Digital –amplía el artista– tuve una reunión con el personal de investigación del museo y planteé la necesidad de que un museo de arte contemporáneo debe estar al tanto y participar de lo que sucede en su área a nivel global. Me ofrecí para incluir una sección de net-art en el web site del museo y ellos se negaron a considerarlo. Yo cuestioné el término ‘contemporáneo’ en el nombre de la institución. Hasta ahora ha sido un museo de arte moderno, no contemporáneo. A partir de eso decidí crear una institución virtual usando la dirección www.maccsi.org, una especie de interfaz entre los artistas y la Internet que aparece por la necesidad de promover el net-art en Venezuela. No por capricho. El salón que creé critica, en sus bases, a los curadores de Maccsi. Incluso coloqué una cita de una entrevista a María Luz Cárdenas en la que invita a los jóvenes a dejar de usar la tecnología. Lo que me pareció una atrocidad. Los artistas no deberían ser apáticos con lo que pasa en un país en el que debería avalarse el progreso y las nuevas tendencias”. |
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